Hemos pensado este post desde el Área de Neuropsicología de
Civet, con el objetivo de dar a conocer más nuestro trabajo y nuestra vocación…
Intentaremos aclarar algunos términos, pero sobre todo nos
interesa dar a conocer cuál es nuestra visión y nuestra forma de trabajar
dentro de esta especialidad.
¿Qué es la Neuropsicología?
Es una pregunta que siempre les hacemos a los familiares de
los pacientes que llegan a nuestra consulta, nos interesa saber si conocen de
qué va nuestra espacialidad y el 90% de las veces nos encontramos con la
respuesta de que no saben, de que nunca antes habían escuchado esto, hemos
llegado a tener respuestas graciosas como, ¿ustedes van abrir la cabeza de mi
niño? El término neuropsicología nos
deja un poco en medio de dos ramas clínicas: neurología y psicología, esto hace
que sea aún más confuso entender nuestra profesión.
El problema es que este desconocimiento no sólo lo tienen
los pacientes y sus familiares sino muchas veces otros profesionales, incluso
médicos que no saben realmente el papel que desempeñamos con el paciente.
La neuropsicología es una especialidad perteneciente al
campo de las neurociencias con un objetivo muy claro, entender el
funcionamiento cerebral, es decir, es la encargada de estudiar las relaciones
entre el cerebro y la conducta, no sólo de pacientes con algún tipo de
disfunción cerebral, puesto que, para detectar una alteración hay que conocer
primero el funcionamiento normal.
La neuropsicología
clínica, que es a la que nos dedicamos, consiste en explorar ese funcionamiento
cerebral, sobre todo en entender el papel de los procesos cognitivos o sistemas
superiores del cerebro (lenguaje, atención, percepción, cognición espacial,
praxias, memoria, funciones ejecutivas, sistema inhibitorio, memoria de trabajo
y cognición social) , tras la exploración se interpreta cómo funciona el
cerebro del paciente teniendo en cuenta los déficits cognitivos y las
capacidades preservadas, estableciendo su perfil cognitivo y realizando un diagnóstico
neuropsicológico.
El diagnóstico nos permite establecer el plan de acción a
seguir y la línea de tratamiento, (realizando derivaciones a otros
profesionales, como el neuropediátra o neurólogo, en el caso de ser necesario)
teniendo en cuenta cómo afecta el funcionamiento cerebral del paciente a su
vida diaria.
¿Cuál es el papel del neuropsicólogo?
Para responder esta pregunta podríamos hacer un post entero
hablando sólo de ello, dependiendo del ámbito de trabajo del neuropsicólogo.
Así que, nos vamos a centrar en hablar sobre nuestro papel dentro de nuestro
centro.
La mayoría de los pacientes llegan bastante perdidos, sobre
todo en población pediátrica, ya que la mayoría de las veces sólo han sido
vistos por orientadores del colegio y los familiares no tienen claro que tipo
de profesionales necesitan. Es por ello que, en un primer momento damos mucho
valor a orientar y guiar a las familias en este camino de la neurorehabilitación.
A nivel terapéutico, una vez arrojado nuestro diagnóstico,
nos centramos en la rehabilitación neuropsicológica. Es un proceso interactivo
donde intervienen distintos profesionales, el paciente y su familia; la
rehabilitación neuropsicológica, implica diferentes tipos de intervención que
se pueden encuadrar a groso modo en: rehabilitación cognitiva (incluyendo
estimulación cognitiva), intervención familiar y modificación conductual. Es por esta razón, que trabajamos desde una perspectiva
transversal con todo nuestro equipo, coordinando las intervenciones necesarias
de distintos profesionales (fisioterapeutas, logopedas, terapeuta ocupacional y
psicóloga clínica).
Pongamos un ejemplo: niño de 10 años con diagnóstico de TDAH;
el equipo de neuropsicología, tras realizar la exploración, plantea un programa
de rehabilitación centrado en las siguientes áreas de intervención: procesos
cognitivos, conducta y entorno escolar.
Procesos cognitivos: el principal objetivo es que el
paciente conozca su funcionamiento cerebral, para que así ponga en práctica en
su vida diaria los recursos y estrategias aportados en la terapia
neuropsicológica.
Conducta: debido a la cantidad de problemas conductuales que
presenta el paciente, se deriva al área de psicología para que establezca un
programa específico de manejo conductual para padres y familia, del mismo modo,
sería conveniente un programa de modificación de conducta.
Entorno escolar: nos ponemos en conducta con el colegio,
para que planteen la posibilidad de hacer algunas modificaciones metodológicas,
teniendo en cuenta las dificultas que presenta el paciente.
¿Qué nos diferencia de otros profesionales?
A pesar de que un neuropsicólogo con amplia experiencia
clínica y con una formación neurológica de base, tenga mucho conocimiento sobre
la medicina, fármacos y etiologías, no es nuestro papel dar diagnósticos
etiológicos, ni intervenir a nivel farmacológico. Podemos ser el nexo con los
médicos y podemos serles de gran ayuda con nuestros informes e interpretaciones
acerca de la evolución del paciente, pero en ningún caso podemos tomar decisiones
que competen a estos profesionales.
Si bien para ser
neuropsicólogo es necesario ser licenciado o graduado en psicología, el
neuropsicólogo no trata enfermedades o trastornos mentales, emocionales o
conductuales, aunque sean derivados de una patología neurológica; puesto que, esto
debe hacerlo el psicólogo clínico, profesional especializado en evaluar,
diagnosticar y tratar problemas de salud mental. Este punto parece que es
complicado de entender tanto por pacientes y familiares
como por el resto de
profesionales, nosotros siempre ponemos el mismo ejemplo aclaratorio: sería
impensable que un oftalmólogo hiciera una operación de corazón a pesar de haber
estudiado tanto el oftalmólogo como el cirujano la carrera de medicina, porque
sus especialidades son distintas; esto mismo pasa con el neuropsicólogo y el
psicólogo clínico, nuestras especialidades son distintas.
Esto no significa que no trabajemos mano a mano
intercambiando información y planteando objetivos de manera conjunta puesto que,
ambos tenemos el mismo objetivo: el paciente y su calidad de vida.
Ana Belén Vintimilla Tosi &
María Ortiz González
Neuropsicólogas
CIVET
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