FELIZ VIAJE, MONSIEUR




La vida continúa, no se detiene. Y a veces parece injusto que no lo haga, aunque solo sea por un segundo, un instante, un momento que suponga una pausa, un aflojar esa inercia con la que nos vamos distanciando siempre hacia delante, como lanzados por un arquero ciego, de las raíces y de lo cíclico de esta existencia nuestra.

En este ciclo constante que estamos empeñados en tratar de eludir, a veces la Vida triunfa sobre la desolación que nos produce cualquier desaparición. Es el gran sueño de los artistas, de los pensadores, de los dictadores…, errados en tratar de perpetuarse en lo físico, cuando lo único que perdura, lo que se convierte en eterno, resulta de aquello que queda de alguna manera impregnado en la gente, no solo como un recuerdo, sino como algo invisible que se multiplica casi sin querer y que se propaga casi sin pedirlo.

Michel Le Métayer, nuestro querido Profesor, nos dejó físicamente este último noviembre suyo. Si te interesa, internet está plagado de referencias a su faceta profesional. Después de todo, más de cincuenta años dedicados a trabajar para, por y con personas con parálisis cerebral dan para mucho… o no necesariamente. En su caso dieron para muchísimo y sus aportaciones son tan importantes que tardaremos tiempo en comprender y reconocer la magnitud de todas ellas. Algunas son usadas cotidianamente por muchos profesionales sin saber que se iniciaron en parte gracias a él y a otros muchos que como él se entusiasmaron con aquello que se traían entre manos, en unos tiempos, los del modernísimo siglo XX donde todo iba más lento, tal vez también más genuino, quizás más interesante.

Exigente hasta la extenuación, riguroso, imaginativo, incansable a pesar de su longevidad o tal vez gracias a ella, nos deja un legado profesional impecable, pero sobre todo a muchos nos deja construidos, enraizados en una idea, en un estilo, en una forma de hacer, que va más allá de llevar a cabo un trabajo que poco a poco se fue convirtiendo en nuestro oficio.

Lo que no cuentan las redes sociales, de lo que no hablan, es de su enorme cariño, ni de su dedicación, ni del amor por su profesión ni del que, a través de ella, mostró por los miles de personas que, entre niños y adultos con sus dificultades motrices, sus madres, sus padres, y los profesionales que aprehendieron de él, forman parte de toda esa humanidad que de alguna manera y a lo largo de su extensa vida y en muchos lugares del mundo, se vieron, se ven y se verán influenciados, sin saberlo en la mayoría de los casos, por esas innumerables horas de trabajo regaladas y dedicadas a ellos, a nosotros, a mejorar de alguna manera este mundo que habitó.

Pues sí, a veces la Vida debería tomarse un respiro para ayudarnos a despedir a personas como él, a personas como “mesié” Le Métayer, aunque solo sea para tomar conciencia de que sí, de que, aunque no nos lo podamos llegar a creer, ellos también terminan de darlo todo y nos dejan, sin abandonarnos, para que tratemos de continuar por ese camino que dibujaron en el aire.

Gracias, Maestro, muchas gracias y feliz viaje.




Macarena Castro Méndez
Daniel A. Ortega Asencio

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