‘Sentarse en W’ es un término utilizado para describir una
posición en la que el niño se sienta sobre su culito, con los pies colocados a
los lados y en la que, si miramos desde arriba, las piernas del niño forman una
figura de ‘W’.
El niño se sienta sobre una base de sustentación más amplia, lo que
le permite mantener la postura sin realizar mucho esfuerzo, y no activar tantos
grupos musculares como en otras posiciones. En la postura de sedestación en W, las articulaciones de las cadera, las rodillas y los tobillos se encuentran en el mismo plano, lo cual puede provocar una
serie de implicaciones ortopédicas y anatómicas que explicaremos más adelante.
Esta postura puede ser utilizada tanto por niños con desarrollo
típico, como por niños con problemas neuro-motores; sin embargo, es más
perjudicial en estos últimos, puesto que tienen menos herramientas para
desarrollar otras posturas más recomendables a la hora de jugar sentados en el
suelo.
La adquisición de esta postura para sentarse en el
suelo se puede relacionar con la posición que adoptan los niños que pasan por
la UCI neonatal y que están deprimidos neurológicamente, es decir, que tienen una
menor capacidad de realizar movimientos espontáneos. Esta postura es llamada de
‘rana aplastada’, y en ella el niño se encuentra boca arriba o boca abajo, con
la pelvis, muslos, rodillas, piernas y pies en el mismo plano, al igual que en
la postura de ‘W’. Además, las rodillas están adelantadas con respecto a la
posición de las caderas, a los lados del abdomen, formando una figura de ‘W’
también.
Como dijimos anteriormente, el uso continuado de esta postura
puede provocar una serie de implicaciones anatómicas y ortopédicas
perjudiciales, que influyen en las estructuras de los miembros inferiores en
cadena. Comenzando por la cadera, esta postura las coloca en el límite de la
rotación interna, pudiendo aumentar el riesgo de luxación de cadera, sobre todo
si hay un diagnóstico de displasia de cadera o de parálisis cerebral.
Continuando con el fémur, puede producir un aumento de la antetorsión femoral
del tercio superior de los fémures. Esto puede influir en la marcha de los
niños, que caminarán con las rodillas y los pies orientados hacia adentro,
aumentando las probabilidades de que el niño tropiece.
En cualquier caso, deberemos tener precaución
si queremos corregir la forma de caminar de los niños o adultos con antetorsión femoral,
puesto que, si la deformidad está instaurada, estaremos posicionando la cabeza
del fémur de manera incorrecta.
En la rodilla puede provocar una distensión de las estructuras
ligamentosas de la parte interna, además, somete al tendón rotuliano a
tracciones prolongadas, lo que puede llevar a una inestabilidad de la rodilla.
La tibia gira en rotación externa, provocando un aumento de la torsión de la
misma. Este hecho, junto con el mencionado anteriormente, está asociado con la
aparición de dolor en las rodillas, el cual puede empeorar después de un día
especialmente activo o durante picos de crecimiento. Finalmente, esta posición
coloca el pie en una posición de valgo, que se caracteriza por una desviación
del talón hacia la parte interna, aumentando las probabilidades de desarrollar
un pie plano-valgo.
En cuanto a las estructuras musculares, el uso continuado de
esta postura en niños con problemas neuro-motores puede llegar a provocar un
acortamiento de ciertos grupos musculares como los isquiotibiales, los
aductores y los flexores de cadera.
Es difícil prevenir esta postura en los niños, pero es posible realizando
los cuidados posturales necesarios en la UCI neonatal y en casa, después de
darles el alta.
Para aprender más sobre estos cuidados podéis ver este vídeo
en el que se explican:
Una vez que observamos que esta postura es la preferencial en
nuestros niños debemos hacerles conscientes, en el caso que sea posible, de lo
perjudicial de la misma, y corregirla tanto verbal como físicamente, colocando
al niño en una postura más adecuada.
Esto puede reducir el número de veces que el niño se siente, pero no conseguirá que termine de manera definitiva de utilizar la postura en W.
Esto puede reducir el número de veces que el niño se siente, pero no conseguirá que termine de manera definitiva de utilizar la postura en W.
También debemos ofrecerle al niño la oportunidad de sentarse de
otras maneras, para lo cual necesitará práctica y ayuda al principio para
desarrollar el control postural y la fuerza necesarias para mantener estas
posturas. Algunas de las posturas alternativas podemos verlas a continuación:
En el caso de aquellos niños con dificultades neuro-motrices que
solo puedan sentarse en W cuando están jugando en el suelo, existen ciertos
dispositivos ortopédicos que mantendrán sus estructuras anatómicas en una
posición correcta y les permitirán jugar libremente. Estos dispositivos son el
conejito trotador y el asiento pélvico.
Gracias a ellos podremos conseguir que el niño participe y se relacione con el entorno, al mismo tiempo que se disminuye la probabilidad de que aparezcan las deformidades óseas.
Gracias a ellos podremos conseguir que el niño participe y se relacione con el entorno, al mismo tiempo que se disminuye la probabilidad de que aparezcan las deformidades óseas.
En definitiva, es importante vigilar la manera en la que se sientan nuestros
niños para poder evitar que se posicionen en W. Y además darles las herramientas
necesarias para que se sientan cómodos en otras posturas más beneficiosas y,
finalmente, buscar asesoramiento y tratamiento fisioterapéutico en los casos en
los que haya sospecha y riesgo de padecer todas las implicaciones perjudiciales
que hemos comentado anteriormente.
Marta Domínguez Leandro
Fisioterapeuta
CIVET
Me dio mucho entendimiento gracias x poder leer lo escrito referente a estos niños que se sientan en forma de w
ResponderEliminarMe dio mucho entendimiento gracias x poder leer lo escrito referente a estos niños que se sientan en forma de w
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