En la mayoría de los casos en los que nos encontramos ante un daño cerebral de cualquier naturaleza,
la persona que lo sufre suele tener secuelas que afectan a su estado cognitivo. Ya sea en edad
pediátrica o adulta se requiere el
abordaje del neuropsicólogo clínico. Pero ¿en qué condiciones es necesario?
¿De qué se encarga exactamente?¿Cómo sé si yo o mi familiar necesitamos la
ayuda de un neuropsicólogo?. Vamos a intentar responderos a estas preguntas.
El neuropsicólogo clínico es el profesional especializado en valorar y trabajar el alcance que tiene
a nivel cognitivo un daño cerebral para reducir
el impacto negativo que este puede tener en el día a día de la persona y de
su entorno familiar. Para ello, cuenta con las herramientas necesarias para
realizar una valoración neuropsicológica de las posibles funciones y procesos
que pueden verse afectados y discriminar si estos se encuentran en correcto
estado.
¿Qué valora
el neuropsicólogo?
Entre estas funciones podemos señalar las siguientes:
-Atención: el neuropsicólogo valora si la capacidad para
focalizar y sostener la atención en
nuestras actividades es la adecuada, así como si tenemos un correcto control de
la misma. Los problemas atencionales suelen ser unos de los más habituales tras
un daño cerebral, en especial tras un traumatismo
craneoencefálico
-Memoria: la capacidad para recordar aquello que nos ha ocurrido
o para incorporar nuevos recuerdos resulta fundamental para nuestro vida, y en
muchos casos se puede ver afectada. Su alteración se relaciona mucho con las enfermedades neurodegenerativas, siendo
importante la valoración de un neuropsicólogo para diferenciar entre lo que es
normal para la edad o se muestra como indicio de patología.
-Lenguaje: también el neuropsicólogo juega un importante papel
en la valoración del lenguaje. Por ejemplo, en la mayoría de los ictus que afectan a nuestro hemisferio
izquierdo del cerebro suelen darse secuelas relacionadas con una reducción del
lenguaje cuya valoración es importante para estructurar el tratamiento
posterior.
-Percepción: la
percepción muchas veces puede verse alterada, tanto a nivel visual como
auditivo y demás sentidos tras una lesión cerebral, provocando cambios que resultan complicados de captar salvo que se cuente con las herramientas
necesarias.
-Movimiento: en
ciertas situaciones, también puede haber una afectación cognitiva del
movimiento, de manera que el control voluntario del mismo pueda no ser el
correcto y por tanto necesitar algún tipo de tratamiento.
-Funciones ejecutivas: de igual
manera, la capacidad para organizar nuestra conducta y llevar a cabo planes
puede verse afectada, ya sea por dificultades para controlar el impulso,
inhibir respuestas, ser incapaz de generar alternativas o llevar a cabo planes
con diferentes pasos para alcanzar una meta. Su alteración complica mucho el
adecuado desempeño de una vida autónoma si no se plantea una intervención.
Por todo esto, ante situaciones ya descritas (traumatismos,
ictus, enfermedades degenerativas o cambios asociados al envejecimiento) y otras
como tumores, epilepsias o infecciones del sistema nervioso es conveniente
pasar una revisión neuropsicológica para asegurarnos de que todo está bien a
nivel cognitivo.
¿Y cómo nos
ayuda si algo no está bien?
En caso de detectar algún tipo de problema, el neuropsicólogo
cuenta con herramientas y técnicas para ayudar a que la persona pueda hacer
frente a los mismos. En general, se suelen dividir en tres tipos de abordajes.
Estimulación
cognitiva: técnicas y ejercicios para estimular diferentes funciones
cognitivas y que estas puedan mantener un adecuado nivel, algo que se suele
requerir en el envejecimiento cognitivo o en las enfermedades
neurodegenerativas.
Rehabilitación neuropsicológica: técnicas y ejercicios orientados a la restitución
de una función que ha sido afectada por un daño cerebral, intentando llegar al
máximo nivel posible desempeño de esa función.
Compensación: formas de
compensar los problemas encontrados, muchas veces centrados en intentar definir
apoyos para sostener un funcionamiento adecuado para desempeñar nuestras
actividades del día a día.
El neuropsicólogo, con estas herramientas y técnicas, se
convierte en una figura importante para formar parte del equipo de
profesionales que trabajen situaciones derivadas de un daño cerebral. Todo ello
dirigido a que la persona que se ve afectada pueda recuperar el máximo de
autonomía y tener una mejor calidad de vida.
Aarón Fernández del Olmo
Neuropsicólogo clínico
CIVET
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