PROPIOCEPCIÓN Y CONTRACCIONES MUSCULARES EXCESIVAS

Las informaciones que nos proporcionan los receptores que se localizan en nuestros músculos son fundamentales para la memorización y para la precisión de los gestos que realizamos, influyendo el estado de contracción o relajación que presenten dichos músculos. 

Es fácil inferir de estas afirmaciones que la existencia de contracciones musculares patológicas excesivas va a influir de forma fundamental en los aprendizajes motores que puedan llevar a cabo las personas con parálisis cerebral u otras alteraciones motrices de origen neurológico que cursen con este tipo de clínica. 

Los denominados receptores propioceptivos que se sitúan principalmente en el sistema muscular representan mayoritariamente el sentido muscular, que se ha dado también en llamar por algunos autores como el sexto de los sentidos, lo cual dejaría al sentido común como el séptimo…

Cuando realizamos un movimiento, tenemos claro que existe una contracción de un músculo en concreto que permite, al acortarse sus fibras musculares, que se produzca el movimiento, y lo lógico es pensar que el músculo que hace el movimiento contrario (antagonista) estuviera relajado para permitirlo, pero esto no es así, sino que, aunque en mucha menor medida, este músculo también se contrae mientras sus fibras, en este caso, se estiran. Las informaciones musculares son directamente dependientes de estos estiramientos que sufre el músculo antagonista.



Los progresos motores que vemos en los niños ya presenten o no dificultades motrices, se producen gracias a una cada vez mejor programación perceptiva, siendo por tanto necesario incluir los aspectos propioceptivos dentro de los procesos de terapéuticos de la motricidad, teniendo en cuenta que la memorización y el aprendizaje por medio de movimientos activos es bastante mayor y mejor que a través de movimientos pasivos.

El músculo además tiene componentes contráctiles y componentes sensoriales, ambos indisociables los unos de los otros. Esta sensibilidad muscular está en la base de la consciencia de los actos motores, contribuyendo de forma muy importante a la elaboración del sentido del movimiento, aportando información acerca de la trayectoria y los parámetros de dirección y velocidad que van a dar lugar a la sensación consciente de los movimientos que realizamos.

De ahí la importancia que debemos darle a la calidad de las informaciones propioceptivas musculares que nos informan acerca de nuestro cuerpo, y por tanto de las informaciones propioceptivas que proporcionamos o provocamos en las personas que presentan alteraciones en su motricidad.

A las contracciones patológicas reseñadas más arriba se les suele denominar de manera general (aunque errónea) espasticidad. La generalización de este término, que hace casi cien años su propio creador recomendó no utilizar debido a su ambigüedad, permite una comunicación entre los diferentes profesionales y personas que actúan sobre el sujeto, pero no deja de transmitir una información pobre y confusa acerca de este.

Lo importante no es saber si una persona con estos problemas tiene o no contracciones excesivas, sino cuándo se producen, dónde, su intensidad, qué movimiento frenan o provocan, y sobre todo la capacidad que pueda tener el sujeto para modificar su efecto por medio de los movimientos voluntarios que pueda desarrollar por sí mismo.

Las numerosas alteraciones ortopédicas que presentan los chicos y chicas con parálisis cerebral son consecuencia principalmente de estas contracciones musculares patológicas. El cuerpo se adapta al uso que se le da, y esta adaptación puede ser muy rápida realmente, por lo que la prevención desde los primeros meses de vida es fundamental para minimizarlas cuando no evitarlas.

No es lo mismo tener contracciones musculares excesivas en reposo que no tenerlas. Hay chicos que incluso dormidos presentan contracciones patológicas, y otros que nada más despertar empiezan a presentarlas, y esta diferencia, por ejemplo, modifica el pronóstico de evolución de las estructuras ortopédicas implicadas. Tanto mejor cuando no existan estas contracciones en reposo.

Hay contracciones que sin embargo aparecen en situaciones antrigravitatorias (por cierto, todos los niños con parálisis cerebral presentan en mayor o menor medida este tipo de contracciones excesivas antigravitatorias), entendiéndose como situaciones antigravitatorias aquellas que implican tener que actuar contra el efecto de la atracción de la Tierra. Es decir, todas salvo aquellas en las que el sujeto esté en total estado de reposo, algo que por otra parte no es fácil de conseguir. Determinar la localización e intensidad de estas contracciones es fundamental para poder plantear sistemas eficaces de corrección postural y de posicionamiento que permitan disminuir al máximo sus efectos y facilitar los aprendizajes motores.


Una primera etapa durante las sesiones debe buscar por tanto un estado de relajación o decontracción no solo para generar más confort o comodidad, sino sobre todo para disminuir un posible fondo permanente de informaciones propioceptivas provocadas por la presencia de estas contracciones excesivas.

De pie, por ejemplo, las informaciones propioceptivas musculares son predominantes sobre el conjunto que forman otro tipo de informaciones presentes, incluidas las informaciones laberínticas para el mantenimiento del equilibrio. ¿Cómo de importante será entonces reconocer la localización e intensidad de posibles contracciones excesivas de los miembros inferiores y la posibilidad de su reducción para poder organizar una bipedestación adecuada y cuando sea posible una marcha mejor organizada y más eficiente?

Pero es necesario tener en cuenta también que la presencia de estas contracciones no es el único elemento a tener en cuenta, y a veces, cuando existe ausencia de actividad de otros grupos musculares o falta de control voluntario, estas contracciones son las únicas que permiten determinadas funciones, como puede ser el propio mantenimiento de la bipedestación. De ahí la necesidad de hacer un análisis completo de la incidencia, positiva o negativa, de estas contracciones, porque el uso de medios externos o tratamientos como la toxina botulínica, el baclofeno, y otros, puede tener un efecto pernicioso no deseado.

¿En qué otras situaciones pueden aparecer contracciones musculares excesivas? Son varias y, sobre todo, no excluyentes: durante el desarrollo de movimientos activos por parte del sujeto; durante movimientos pasivos (rápidos o lentos) realizados sobre el sujeto; en situaciones emocionales de diversa naturaleza (alegría, miedo, ansiedad…); ante la aparición brusca de estímulos externos (ruidos, un contacto inesperado, algo que aparece en el campo visual); durante las aceleraciones…


Debido a la importancia del movimiento activo en los aprendizajes, una segunda etapa durante las sesiones debe ser, tras disminuir o reducir la presencia o intensidad de las contracciones, provocar en la persona movimientos adecuados que aumenten la calidad y cantidad de esas informaciones propioceptivas que puedan permitirles memorizar y mejorar la precisión de sus movimientos.


Daniel A. Ortega Asencio
Fisioterapeuta

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