Este es el primero de una serie de post que desde el área de
neuropsicología de CIVET os iremos presentando sobre este trastorno tan
“famoso”, pero tan desconocido a la vez. Mi objetivo principal es ayudar a pacientes
y familiares a aclarar los grandes interrogantes que rodean al diagnóstico del
TDA/H (trastorno por déficit de atención e hiperactividad).
Vamos a comenzar por intentar contestar algunas de las
preguntas que suelen hacerme en consulta.
¿Qué es el TDA/H?
De forma personal, no me gusta explicarlo como una enfermedad
y/o patología, sino como una forma de funcionamiento cerebral,
con esto intento explicar que el cerebro de estos pacientes tiene una forma
específica de responder a las demandas de los estímulos que lo rodean. No me
gusta plantearlo como una enfermedad ya que, en realidad hablamos de personas
(sean niños, adolescentes o adultos) sanos medicamente hablando, con un
neurodesarrollo “normal” sin presencia de factores de riesgo asociados a una
alteración y/o daño neurológico primario (como sería el caso de alteraciones
perinatales, daño cerebral sobrevenido, enfermedades genéticas, epilepsia,
tumores, trastorno psicótico, etc.), pero que desde siempre han mostrado un
patrón peculiar de síntomas en relación al funcionamiento de sus lóbulos
frontales, los cuales van evolucionando a lo largo de su desarrollo y afectando
de forma significativa varias esferas de la vida diaria de estas personas que
lo padecen (rendimientos escolar, conducta, trabajos, relaciones sociales…).
Este patrón de funcionamiento cerebral está caracterizado
principalmente por una alteración nuclear en unos procesos cognitivos muy
básicos a nivel cerebral que se conocen con el nombre de procesos inhibitorios (los encargados de todo lo que significa control), su objetivo principal es el
de controlar las respuestas automáticas y generar respuestas provocadas por la
atención y el procesamiento de la información y/o razonamiento. Por lo cual, es
considerada una de las principales funciones de nuestro cerebro – como lo sería un director de orquesta en
una gran sinfónica- por lo que una alteración en este proceso tan básico
puede manifestarse en la vida de los pacientes en esferas diferentes:
A nivel motor,
generando hiperactividad.
A nivel cognitivo, generando dificultades para el control y el mantenimiento atencional,
memoria de trabajo y otras funciones ejecutivas como capacidad de organización,
planificación, previsión, estimación temporal, etc.
A nivel conductual, genera respuestas impulsivas tanto verbales como físicas, llegando en
algunas ocasiones a ser consideradas como agresivas, también pueden observarse
signos como la dependencia del medio (tener la necesidad de tocar todo lo que
se tiene delante) o incapacidad de controlar los estímulos gratificantes.
¿Cómo se realiza el
diagnóstico y qué profesional es el que debe hacerlo?
El diagnóstico es un diagnóstico
clínico, esto significa que no existen pruebas específicas que sean
diagnósticas, pero si son complementarias, es decir, la decisión diagnóstica
siempre será responsabilidad del profesional que lo realiza y por lo tanto de
su experiencia y criterio clínico. Para
un correcto diagnóstico debemos partir de un exhaustivo análisis del caso,
empezando por una historia clínica
completa (que nos permita obtener datos de los síntomas y signos de este patrón
de funcionamiento cerebral en distintos ambientes del paciente, descartar
factores de riesgos neurológico que expliquen la sintomatología frontal y el
desarrollo de estos síntomas a lo largo de la vida del paciente). Desde mi especialidad, realizamos una exploración neuropsicológica que nos
permita perfilar el patrón de funcionamiento cerebral y situar la
sintomatología dentro del neurodesarrollo normal (estudio que también nos
permite observar si hay algún signo que pueda explicar otro tipo de patología
neurológica), en este tipo de estudios no son importantes las pruebas
neurocognitivas que se administren ni los puntajes obtenidos, lo realmente
importante es la obtención del perfil de funcionamiento cerebral con el
objetivo de ayudar a la elección de tratamientos tanto farmacológicos como
cognitivo/conductuales.
Tomando en cuenta que el diagnóstico es clínico, sólo y
exclusivamente debe ser realizado por especialistas
sanitarios (los profesionales del campo de la educación pueden ser de mucha
utilidad con sus informes de la conducta observada del paciente a nivel escolar
y educativo, pero en ningún caso deben realizar este tipo de diagnósticos).
Los especialistas sanitarios que generalmente realizan este
diagnóstico suelen ser tanto del campo de la medicina (neurólogo, neuropediátra,
psiquíatra o incluso pediatras de
atención primaria) y del campo de la psicología (neuropsicólogos y psicólogos
clínicos y/o sanitarios).
En realidad, no es tan importante el título del especialista
sino la experiencia que tenga sobre este trastorno; ya que, al ser un patrón de
funcionamiento cerebral mientras más pacientes se observen más se comprende la
sintomatología y su evolución. En la mayoría de cuadros de alteración en el
funcionamiento cerebral, incluido el TDAH, no podemos quedarnos solo con una
visión simplista, es decir, no basta únicamente con el análisis de unos
criterios diagnósticos para comprender la complejidad del trastorno.
¿Por qué se dice que el
TDA/H no existe, que el problema está en la educación o que es un invento de
las casas farmacéuticas?
Para contestar esta pregunta en consulta, generalmente debo
respirar profundo y pensar mucho mis palabras…como lo estoy haciendo ahora.
Me considero una persona que apoya a la diversidad de
opiniones, pero la falta de objetividad sobre temas tan importantes como la
salud, el desarrollo cerebral y el futuro de unos niños, es algo que realmente
me molesta, no sólo por la confusión que eso crea a los familiares y pacientes
que al leer ese tipo de publicaciones creen que ellos tiene la culpa sobre lo
que les pasa (los niños consideran que son tontos o malos y los padres que no
saben educar a sus hijos), sino porque da pie a que incluso los profesionales
de la salud y la educación se escuden en no brindar apoyo a estos pacientes por
el poco conocimiento e interés sobre la patología que tienen, es más fácil
creerse ese tipo de noticias que estudiar y formarse sobre algo tan
complejo.
Por suerte actualmente se cuenta con gran variedad de
estudios neurocientíficos a gran escala (de muchos y muchos cerebros de sujetos
con este diagnóstico), que demuestran no solo los cambios a nivel
neuropsicológico o funcional de estos cerebros, sino también las diferencias a nivel
estructural y de conexiones cerebrales, lo cual ayuda a comprender mucho más
los síntomas y la evolución de los mismos a lo largo de la vida.
A los que sigan dudando les invito a pasar consulta y ver la
realidad que viven los pacientes y las familias, pero sobre todo les invito a
estudiar y entender el patrón de funcionamiento cerebral. No puede ser falso
algo que se repite constantemente de la misma forma, los mismos síntomas,
signos neuropsicológicos, consecuencias en la vida diaria, desarrollo… porque
si dudamos de este trastorno debemos también replantearnos muchos más…
Los que no lo conocen es porque no lo han visto y cómo dice
un gran autor de un libro sobre este tema “el
clínico que no sabe lo que busca, no entiende lo que encuentra” (Thomas E.
Brown. Trastorno por Déficit de Atención. Una mente desenfocada en niños y
adultos).
Ana Belén Vintimilla Tosi
Neuropsicóloga
CIVET.
Interesante y clarificador artículo.Yo lo "conozco" a nivel profesional y "lucho" con compañeros para que entiendan que como muy bien dice el artítulo no es mala educación por parte de la familia y hay que conocer las causas para comprender el comportamiento de estos niños.
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